Durante años, cocinar se volvió sinónimo de abrir sobres, usar lo que ofrecía el supermercado, sin preguntarse mucho. Hasta que nos hartamos de sentirnos pesados, inflamados, sin energía… y decidimos volver al origen.
Usamos lo que teníamos: sal de mar, especias naturales, aceite de coco. Nada más. Sin conservadores, sin saborizantes, sin trucos. Solo comida real.
Así nació Cusibani. No como negocio, sino como una forma de resolver algo muy básico: comer sin dañar el cuerpo.
Hoy, esa misma intención vive en cada frasco. Porque cuando te alimentas bien, todo cambia.
Hace ya casi 20 años, decidimos cocinar diferente.
Buscábamos algo simple: alimentos que no harían daño. Pensamos en quienes viven con diabetes y en quienes prefieren lo natural todos los días.
Probamos, fallamos, volvimos a intentar. Aprendimos a usar menos y a sacar más sabor, sin complicarnos, sin procesar de más.
Con el tiempo, afinamos lo esencial. Hoy, todo lo que preparamos tiene un objetivo claro: que cualquiera pueda comer bien, sin miedo.
En 2005, en el corazón de México, comenzamos a cocinar con una idea simple: comer bien no debería hacer daño.
Queríamos preparar alimentos reales, sin colorantes, sin conservadores, sin procesar de más. Comida que pudiera disfrutar cualquiera: personas que cuidan su salud, que buscan lo natural o que simplemente ya no confían en lo que viene en sobrecitos.
Con el tiempo, afinamos la técnica, descubrimos nuevos sabores y formas de cocinar con lo básico. Incluso escribimos un recetario para un laboratorio alemán, enfocado en personas con diabetes. Porque cuando algo funciona, se comparte.
A lo largo del camino obtuvimos certificaciones importantes: orgánica, USDA, Kosher, libre de gluten. Pero también llegaron los retos. Durante la pandemia, tuvimos que pausar temporalmente los procesos de certificación en México y Estados Unidos. Lo que nunca se pausó fue nuestro compromiso con la calidad, con la sostenibilidad y con quienes han estado con nosotros desde el inicio.
Lo que empezó como una necesidad, hoy sigue vivo gracias a quienes creen que lo sencillo también puede ser lo mejor.
Para nosotros, no es solo un nombre. Es una forma de hacer las cosas. Cocinamos con respeto por la tierra, por quienes la cultivan y por quienes van a comer lo que hacemos.
Desde el inicio, elegimos preparar productos limpios: sin químicos, sin transgénicos y con ingredientes que respetan tanto el cuerpo como el entorno. La mayoría de nuestras preparaciones no contienen ingredientes de origen animal, no como regla, sino como una manera de ofrecer opciones más ligeras, totalmente naturales y accesibles para más personas.
Cada producto refleja esa forma de pensar: clara, sencilla y pensada con cuidado.
Y lo que pasa fuera de la cocina también importa. Colaboramos con productoras y productores de regiones como Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Veracruz, Yucatán, Tabasco y Puebla.
Sabemos que el cambio empieza con lo que eliges cada día, pero también con el esfuerzo incansable de las manos campesinas que hacen posible lo que llega a tu mesa.
AQUÍ NO COCINAMOS COMO LOS DEMÁS
En Cusibani creemos que comer bien no tiene por qué ser complicado. Por eso, desde el inicio, cocinamos con lo que hace bien y evitamos lo que no.
Mucho antes de que lo natural estuviera de moda, ya usábamos jarabe de agave en vez de azúcar y sal de mar en lugar de refinada. No fue por tendencia, fue por sentido común.
Así nacieron sabores que no se encontraban en ningún otro lado. Creamos Bishiña , la primera sal de jamaica y betabel con chile, en dos versiones: en polvo y líquida. La versión líquida lleva además xoconostle.
Después llegó Salsebo , una mezcla de sal de mar con cebolla y hoja santa. Luego Chichaba , con sal de mar y jengibre. Y también Dxuladi , nuestra pasta de cacao sin lácteos, hecha solo con lo esencial.
No hacemos productos para seguir modas. Hacemos lo que hace falta en muchas cocinas, con cuidado, con respeto y con sabor.
